Recogiendo firmas. Hacer tu marca. Poner tus iniciales en una declaración jurada. Como quieras llamarlo, el proceso por el que una persona da su aprobación o acuerdo a una serie de términos o condiciones mediante un sello, una firma física, digital o manuscrita se remonta a la antigua Mesopotamia.
De hecho, una de las firmas más antiguas de las que tenemos constancia se remonta al año 3100 a.C. en Sumeria, en el actual Irak. Es de un escriba llamado Gar Ama, que probablemente no sabía que tendría una de las firmas legales más antiguas en el momento de firmar. No era más que una lista de profesiones comunes en la época a la que adhirió su firma en el reverso de la tablilla. Sin embargo, es genial que esta persona tenga una de las firmas más antiguas de la historia.
Las firmas existen, literalmente, desde hace miles de años. Eso significa que estamos muy acostumbrados a ellas y que, como humanos, les tenemos apego. Tienen un significado importante para nosotros como individuos y como sociedad. Sabemos que firmar algo es dar nuestro sello literal de aprobación. Y ese significado se ha reforzado a lo largo de los milenios.
Esto ha cambiado ligeramente con la introducción de la firma electrónica y la firma de documentos en línea. Sobre todo porque la firma electrónica ha sido adoptada por miles de millones de personas en todo el mundo. Ahora, podemos ejecutar nuestra firma con el simple clic de un ratón o pulsando en una pantalla con un dedo.
Esto nos deja con la pregunta:
¿Son válidas las firmas electrónicas como firmas manuscritas?
La respuesta corta es sí. Las firmas electrónicas son tan válidas como las manuscritas. Según EE.UU., la UE y el Reino Unido, las firmas electrónicas son tan válidas como las firmas físicas. Y tienen usos igual de extendidos y variados. La mayor diferencia entre las firmas electrónicas y las firmas físicas es el método por el que se capturan y recogen, pero ambas son legalmente exigibles y aceptadas como válidas.
Por ejemplo, los métodos de firma electrónica de Oneflow cumplen las normas y definiciones legales establecidas por el reglamento eIDAS y son totalmente conformes.
A pesar de que las firmas electrónicas son tan válidas como sus homólogas físicas, sigue habiendo ciertas reticencias culturales a aceptarlas y utilizarlas ampliamente en ciertas partes del mundo.
¿Por qué?
La preferencia por las firmas manuscritas
Entonces, si no hay diferencia entre una firma física y una electrónica, ¿por qué en Oneflow diseñamos una función que permite a la gente crear una firma física manuscrita dentro de nuestros contratos digitales?
En resumen, lo hicimos porque los humanos somos criaturas habituales. Es difícil dar la espalda a miles de años de tradición. Las firmas electrónicas existen desde hace unas décadas en comparación con sus homólogas manuscritas. A la gente le cuesta dejar un hábito que lleva haciendo un par de meses o años. Dejar de golpe una tradición que se remonta a los inicios de la civilización humana no es precisamente lo más fácil de conseguir a gran escala.
Teniendo eso en cuenta, por eso decidimos crear una función de firma manuscrita. Porque es una forma de mantener esa sensación tradicional de firmar un contrato, firmar un documento o simplemente ver tu firma pegada a un trozo de papel (virtual).
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¿Por qué hemos creado esta función?
Según Andra Nastanescu, Product Manager de Oneflow, que trabajó en la función de firma física dentro de los contratos digitales de Oneflow, se trata más bien de una función que puede considerarse un placebo. O algo para reconfortar a quienes se inician en la firma electrónica o en los contratos digitales en zonas del mundo que se sienten más cómodas con las formas tradicionales de firmar. Ya que adopta la forma de una firma manuscrita, con la que están muy familiarizados.
Dijo: “La gente reconoce el valor de las firmas manuscritas como gesto tradicional. Es algo que la gente hacía para los contratos en el pasado. Y aunque estos contratos estén en un dispositivo, siguen queriendo hacer ese gesto tradicional. En cierto modo, tiene un poder simbólico”.
Ese poder es ver tu nombre, que has estado adjuntando a documentos desde que aprendiste a escribir, adjunto a contratos digitales. Por supuesto, es virtual, pero es una buena forma de iniciarse en la firma electrónica para quienes no la conocen o están apegados a las formas tradicionales de firmar.
Andra continuó describiendo por qué se diseñó esta función: “También creamos esta función porque nuestros clientes de otros países la querían de verdad. Para ellos es importante poder hacerlo, y les da una sensación de control sobre sus procesos de firma. Así que, como empresa que quiere expandirse, tenemos que atender sus necesidades y normas de firma de contratos en los respectivos países, al tiempo que intentamos informarles de las ventajas de los contratos digitales.”
¿Cómo se puede utilizar esta función?
Como no hay diferencia entre la legalidad de las firmas manuscritas y las electrónicas, los casos de uso son prácticamente los mismos. Se pueden utilizar para firmar un contrato de alquiler, inscribirse en un gimnasio o firmar un paquete que te han entregado en casa. Del mismo modo que cualquier persona daría su firma física en estas mismas situaciones.
Imagínate esto: entras en tu cafetería favorita. Haces el típico pedido y, mientras dan la vuelta al iPad, garabateas tu firma con el dedo. Eso es una firma manuscrita en formato digital. Eso es exactamente lo que hace esta función dentro de los contratos digitales de Oneflow.
Con esta función, puedes escribir tu nombre, que se convertirá en una firma manuscrita simulada con una fuente manuscrita aplicada. O bien, te permitirá dibujar tu firma. Entonces la firma será visible tanto en la versión de escritorio como en la versión móvil del contrato, así como en la versión pdf del documento.
Esta función simplemente permite una recogida de firmas más fácil para quienes se sienten más cómodos con las formas tradicionales de firmar.
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